En la mañana del 14 de julio, el precio del pan superó todas las cotas precedentes. Se extendió el rumor de que el rey iba a ordenar que dispararan al pueblo desde la Bastilla, y una multitud de cerca de 50.000 personas se concentró ante el castillo, después de haber asaltado el hospital de los Inválidos, un cuartel-museo en el que obtuvieron armas. Los intentos de conciliación fracasaron y los soldados dispararon, pero numerosos guardias se unieron a los manifestantes y la Bastilla fue tomada. El populacho se hizo así con millares de fusiles y todos los prisioneros fueron liberados (todos eran siete: cuatro falsificadores, dos locos y un noble libertino). Tanto el gobernador De Launay como el preboste de los comerciantes fueron decapitados y sus cabezas fueron paseadas en lo alto de sendas picas. Cuentan que, cuando el rey se enteró de la toma de la Bastilla exclamó: "¡Pero esto es un motín!" Y el duque de La Rochefoucauld le replicó: "No sire, es una revolución".
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